Mi diagnóstico de TDAH: de sentirme contenida a entenderme

Por mucho tiempo pensé que yo era “la complicada”. Siempre trataba de encajar, de mantener una relación tranquila, de no molestar, de complacer. Básicamente, vivía haciendo masking (ocultando quién era de verdad) para que la otra persona estuviera en paz conmigo.

El problema es que, mientras más intentaba “controlarme”, más me sentía invisible. Todo lo que parecía molestar en mi relación eran cosas que yo no podía controlar:

-Se me olvidaban fechas importantes.

-Si no veía algo, era como si no existiera (y yo seguía con mis planes como si nada).

-Muchas veces me sentía invisible, como que no estaba “a la altura” de lo esperado.

-Mi impulsividad me llevaba a cambiar de proyectos de la nada.

Y claro, desde afuera eso podía verse como desinterés, irresponsabilidad o falta de compromiso. Pero en realidad, era TDAH.

Cuando llegó mi diagnóstico, todo empezó a tener sentido. No era que yo no quisiera recordar las cosas, no era que no me importara la otra persona. Era mi forma de procesar el mundo. Y darme cuenta de eso fue liberador.

Entender mi TDAH no me quitó los retos, pero sí me quitó un montón de culpas. Ya no se trata de fingir que soy alguien que no soy, sino de aprender herramientas para organizarme mejor, y también de rodearme de gente que me acepte como soy (con caos, impulsividad y olvidos incluidos 💛).

Hoy puedo decir que el diagnóstico no me definió, pero sí me dio claridad. Me permitió dejar de culparme tanto, y empezar a construir una relación más sana conmigo misma y con los demás.

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